Todas las casas huelen diferente, aunque sólo percibimos el olor de las casas ajenas y no el de la propia. Cada casa es reconocible por su olor, y éste nos llena de emociones, de recuerdos o no nos gusta en absoluto. En el caso que nos ocupa, se trata de conseguir el olor que mejor describe las sensaciones asociadas no a una casa, sino a una marca y el mundo que le rodea. Es el momento del “marketing olfativo”.
Hay muchas marcas que se han presentado al público en forma de fragancia: Don Algodon, Springfield, Lacoste.. e incluso Antonio Banderas. Pero la nueva tendencia en marketing va más allá de mundo de la cosmética. Entra de lleno en el terreno de los “aromas corporativos” de sus propios establecimientos.
No se trata sólo de lograr un buen olor, sino un olor con un sentido y una lógica que refuerce la identidad de la marca. Es lo que se empieza a denominar “odotipo” o imagen olfativa.
¿A qué huelen Apple, el Guggenheim o la UPV? Todavía queda mucho por investigar sobre los mecanismos de influencia de los olores en la voluntad o en la memoria a nivel corporativo. Pero parece demostrado que un buen odotipo consigue efectos positivos: más atención e interés, mayor tiempo de estancia en el establecimiento y una sensación más agradable. La estimulación del sentido del olfato empieza a ser una baza interesante para las grandes marcas.
Fuente: http://www.tallerd3.com/archives/1863